Os recuerdo que ya hemos explicado
cómo hacer el patrón,
cómo terminarlo y
cómo cortarlo. Ahora vamos a coser. Atentas todas, que esta parte tampoco viene en el libro.
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Esta parte no te la explica Nakamichi San |
El patrón es un reto, pero la confección no va ser menos. Curvas sobre más curvas.
De todas formas, si hay algo que caracteriza los libros japoneses es la exactitud: si has seguido bien las instrucciones, la parte más difícil ya está superada. Por descontado, hemos remallado todas las piezas antes de coser. Mirad qué hilo tan cuqui hay en
Tedi, queda ideal sobre cualquier color.
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Chuminadas cuquis |
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El interior también es importante |
Empezamos por lo fácil (¡ja!): vamos a coser los triangulitos de la parte trasera y la cremallera. Planchamos con cuidado.
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Hay que reconocer que queda bonito |
Cuando tenemos las dos partes traseras con sus triángulos bicolores cosidos, colocamos la cremallera y cerramos la costura central.
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No cuadran del todo, lo sé, pero aún así tiene buena pinta |
Lo siguiente es unir la pieza verde y la rosa para hacer nuestro meandro bicolor. Ahora es cuando agradecemos mucho, pero que mucho, haber sido tan cuidadosas al pasar las señales.
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¡Increible, las dos piezas coinciden! |
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Pistacho y fresa, fresa y pistacho |
Las piezas se cosen solo por abajo, por la parta que va a ir suelta. Cosemos derecho con derecho y damos la vuelta.
Planchamos con sumo cuidado. Es muy conveniente usar un artilugio para abrir costuras y plancharlas.
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Este chisme te ayuda mucho a planchar las costuras difíciles. Y además tiene una forma aerodinámica preciosa |
La parte de arriba de la pieza, la que irá superpuesta, la remallaremos con las dos piezas juntas para que
funcionen ya como una sola.
Y, por fin, llega el momento culminante: encajar el meandro (en nuestro caso, doble) que nos ha conducido a todo esto.
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Esto es para recordaros dónde tenemos que encajar la pieza bicolor: desde el hombro al centro |
Todo es cuestión de muchos alfileres, cuidado y paciencia.
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¡Echa ahí alfileres! |
Después de tenerla colocada con alfileres, la hilvanamos para más seguridad. Además, así comprobamos si la hemos colocado con exactitud.
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Aqui se ve cómo coinciden el hilo amarillo -- la señal original -- con el hilván azul, que es el que sujeta la pieza |
Nos ponemos a coser la pieza.
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Por el filo del remallado y siguiendo el hilván es muy fácil |
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Ya está cosido, pero aún no colocado. |
Planchamos como si nos fuera la vida en ello.
El último detalle es terminar de colocar la pieza en el delantero: recordemos que uno de los lados va dentro de la costura lateral y la parte superior va en las costura de los hombros.
Ya está lo más difícil, ahora queda coser hombros y costuras laterales, que, después de lo que hemos hecho ya, es pecata minuta (¿o era bocato di cardinale? ...no, creo que eso era otra cosa). Planchamos con rectitud y normalidad.
Rematamos las sisas y escote con bies por dentro. Planchamos con dedicación.
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Bies de tela rosa. Y ya está la tijera otra vez chupando cámara |
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Rematando |
Y
el dobladillo, claro. Este lo deberíamos hacer a mano porque somos
costureras curiosas. Pero igual estamos ya un poco hartas después de coser a mano todos los remates al bies y optamos por echarle un pespunte a máquina y a correr. ¡No me juzguéis!
Eso sí, lo cosas como lo cosas, el dobladillo es muy curvo, así que una mano de plancha antes de
coser y otra después nos harán la vida más fácil. Planchamos con
flexibilidad.
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Planchar es vital |
Y aquí lo tenemos ya completo y listo para ser la estrella del verano.
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Por detrás queda estupendo... |
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Por delante tampoco está mal. Si tenéis curiosidad, la planta se llama Adela. |
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Aquí está aún sin rematar, pero se ve mejor el efecto del meandro
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Y colorín colorado, este vestido se ha acabado...
Aquí el capítulo I.
Aquí el capítulo II.
Aquí el capítulo III.